martes, 30 de enero de 2007

Chanchanear

(de "chan chan": notas finales de un tango. No confundir con esta otra acepción)

Apurar de manera desprolija el tramo final de algún proceso largo y tedioso.

Ejemplos: acomodar con delicadeza las sillas, las mesas y los manteles de un enorme salón, excepto las que están en un rincón al fondo, que se alinearán a desgano y atropelladamente. Tejer durante meses un pulóver y terminar mal el último puño en diez minutos. Recuperarse pacientemente de una operación que nos prescribe dos meses de reposo, y cuando se cumplen un mes y veintinueve días, salir corriendo y hacer todo lo prohibido.
El chanchaneo, como puede observarse, provoca el riesgo de que todo lo que se ha hecho con paciencia y delicadeza, se malogre por el apuro de último momento.

También se utiliza en la acepción (que nos envía Diego Perdomo) de dar un corte elegante a algo que, de no hacerlo, podría devenir en una situación incómoda.

Ejemplo: retirarse de una fiesta antes de que empiecen a hablar mal de uno; acabar con una relación amorosa que terminará perjudicándonos; abandonar las drogas y el juego cuando la adicción amenaza con dejarnos sin amigos.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Suelo chanchanear al arrojar lo último de la polenta que queda en el vasito en el agua hirviendo, formándose grumos molestos.
"La polenta perfecta" es una utopía jolibudense.