lunes, 19 de noviembre de 2012

Ataractoclasta

(Adjetivo. Del griego a = negación; taraxé = perturbación y klastés = rompedor)

Dícese de la persona cuyas palabras generan inquietud, disgusto, enojo y /o intranquilidad.

El ataractoclasta nos cambia radicalmente el estado de ánimo: pasamos de estar sanamente tranquilos a estar preocupados e irritados. Si vemos un mensaje del ataractoclasta en el correo electrónico o en las redes sociales, antes de leerlo ya pensamos "con qué saldrá este ahora", y encaramos su lectura mal dispuestos y con la certeza de que el mensaje nos llevará a una discusión casi eterna, o a alguna acción urgente, o a la presunción de que pasa algo terrible. Después de leer o escuchar sus palabras el mundo ya no es el mismo; la alegría y el buen humor se disipan irremediablemente, y solo nos queda soportar las consecuencias de su acto de habla. El ataractoclasta es un terrorista de los estados de ánimo; su único objetivo es convencernos de que estamos equivocados, de que nuestro pensamiento no vale y de que la apacible quietud en la que estuvimos sumergidos antes de sus palabras era, en realidad, un espejismo o una evasión de nuestra propia ignorancia.

Hay enormes puntos de contacto entre el ataractoclasta y el irenófago. Este último, en cambio, no tiene la intención de provocarnos mal humor. El primero, en cambio, parece firmemente dispuesto a arrebatarnos cualquier disfrute cotidiano.

(Estoy convencido de que yo me he convertido en un ataractoclasta de las redes sociales)

1 comentario:

Grupo de Expertos en Todo dijo...

Comparto su inquietud.
Aunque, comparado con los más distinguidos ataractoclastas lo suyo y lo mío son apenas un grano más en la arena...
¿No se va a andar comparando con Carrió pongo por caso o Tomás Bulat?